Tus dudas y las mías.
Y es que si estuviera seguro de que esa mirada es la que deseo, no me derretiría como lo hace. Y si no tuviese ninguna duda de que, en ese silencio entre los dos, sólo piensas en besarme, no tendría tantas ganas de que lo hicieses. Si tuviera la certeza de que esa sonrisa se debe nada más que a mí, dejaría de ser la sonrisa más bonita que ha pasado por mi vida últimamente.
Aprovechemos que no lo tenemos claro para disfrutar de lo que nunca tendremos. Aprovechemos que yo no sé, y tú tampoco, para soñar con los momentos que uno de los dos no querrá cuando sepa que el otro los desea. Aprovechemos la incertidumbre para llenarnos de ganas y vivir el espejismo de lo imposible. Aprovechemos que mientras ninguno dé el primer paso, seremos la futura pareja perfecta. Aprovechemos que el secreto está en las ganas, y que las ganas están en la cintura que no puedes acariciar por las noches. Aprovechemos que nunca será tan emocionante como cuando no es, pero quieres que sea. Aprovechemos nuestra naturaleza inconformista, idealista y deseosa de lo que no podemos tener, para poder vivir una de esas historias que nunca se olvidan porque no hay nada que recordar. Aprovechemos que, por una vez, no tenemos nada que estropear, y conservemos algo intacto durante toda nuestra vida.
Aprovechemos las ganas que tenemos de besarnos para no hacerlo nunca y así nunca jamás dejar de desearlo.
Nunca conseguiré ser tan perfecto a tus ojos como ahora que no me tienes. Nunca serás tan arrebatadoramente irresistible como cuando me hablas de otros. Nunca nada fue tan llamativo como lo que conforma la mezcla de tus dudas y las mías.